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Como la cagué vendiendo entradas de conciertos por Internet

Como le decía ayer al amigo Bill Jiménez, me cuelgo más medallas que el Magic Andreu pero no es oro todo lo que reluce. También la cago, la he cagado y la cagaré, como todo ser humano y como todo currante.

Os contaré el caso de lo que me pasó con Reggaetickets.es, una web que ahora está muerta total. A raiz de una buena experiencia que tuve vendiendo las entradas de un festival en mi web Boss-Sounds.org, decidí probar suerte en la venta de entradas por Internet dentro del mundo del reggae. Estaba muy bien posicionado. El portal Boss-Sounds.org es un referente, por lo que pensé que podía vender entradas como churros y que nada podía fallar.
Así que compré el dominio Reggaetickets.es y me puse a vender entradas desde conciertos de reggae hasta hip-hop, jazz o funk, utilizando contactos directos con los promotores y también el programa de afiliados de Atrápalo.com, web que me daba la posibilidad de llegar a vender entradas para conciertos a los que nunca tendría acceso (noches de Jazz en Casa Fuster de Barcelona, por ejemplo).

Total, que me pongo a vender y, capullo de mí, no hice bien los números y, para empezar, Paypal me comenzó a clavar comisiones por todos lados, ya que tenía una cuenta Business. No pasa nada, comisión arriba o abajo, yo voy a vender. Estaba convencido de ello. Y fuí añadiendo conciertos a la web. Pero no vendía ni «p’atrás». El modelo y propuesta de valor no estaba mal. Si las entradas valían 10 euros en taquilla, las vendía a 8 por adelantado y, a cambio, le daba al promotor un espacio gratuito para anunciar el concierto en mi web y le diseñaba el banner gratis. Si vendía 80 entradas por concierto, me llevaba 160€ por vender un espacio publicitario del que antes no sacaba ni un duro. Conciertos hay cada semana, así que podía sacar un dinero. No era mala idea, ¿no?

No entendía nada. La web tenía visitas y realizar una conversión era mega fácil. Así que hablé con un tio que sabe mucho de promoción de conciertos, mi amigo Pep de NBC Producciones (gran persona e ilustre culé) y me dio algunas ideas. Por ejemplo: ofrece una birra gratis con cada entrada que vendas u ofrece un sorteo de un pase de backstage para conocer a los artistas de los conciertos.

Buenas ideas ambas, claro está, pero ¡MEC! pinché de nuevo. A la gente le daba igual una cerveza. Hablamos de un público que gusta del pre-botellón en la puerta y aledaños del concierto, por lo que una birra arriba o abajo les da igual. Normalmente entran al concierto «bien rellenos». Pues conocer al artista es un buen reclamo, ¿no? Pues no. El artista de reggae no es un tio que se encierre en su camerino y llegue en una limusina directo del hotel de 5 estrellas. Es un tio mundano, que lo mismo se queda en el backstage haciéndose fotos con todo aquel que se cuela o sale a echar una birra a la barra con la gente del público.

Y nada. Que no vendía. Y no vendía. Los gastos de tiempo y dinero que me suponían las llamadas con los promotores y las campañas de Adwords no me compensaban para nada los 4 duros que me dejaban las comisiones por venta de entrada. Y la cagué. La cagué bien. No es que palmara mucho dinero ni mucho menos, pero me llevé una «hostia de realidad» al ver que un terreno que, aparentemente, tenía controlado (el reggae) se me escapaba totalmente de las manos cuando quería convertirlo en un negocio.

Los amigos de Reggae.es supieron hacerlo bien en ese sentido, negociando descuentos con promotores y festivales y ofreciendo su ACR Card. Supieron moverlo mejor, supieron negociarlo mejor y supieron darle mejor salida a nivel comercial. Ventajas de tener a un equipo detrás y de no tirarse a la piscin. Yo lo hice solo y no me dejé ayudar ni tampoco busqué consejo. ¡CANUTO! Cagada. Algo que era una buena idea se quedó en nada.

Podía haberle dado la vuelta y copiar el modelo Atrápalo.com. Hacer presión a los promotores para que me reservaran X entradas y no obligar a la gente a pagar antes de ir al concierto (qué malo es el «money upfront» algunas veces) y luego buscar comisión por reserva confirmada. Pero no. Pensé que la gente se frotaría las manos. Y no.

Pero no hay mal que por bien no venga y de las cagadas también se aprende. Y mucho. Algo bueno me llevo 🙂